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Docentes Excelentes

Docentes excelentes: ¡Hoy aprendemos con Lidia Fernández!

<<Es vital atender las necesidades emocionales de familias y alumnos y afrontar sus dudas.>>

Lidia Fernández es una maestra de Educación Infantil con más de 8 años de experiencia. Apasionada por la enseñanza y la creatividad, ha trabajado en diferentes escuelas, explorando diversas metodologías educativas. Además, ha incursionado en la escritura de cuentos infantiles, publicando con éxito varios libros, como el titulado «Situaciones de Aprendizaje en Educación Infantil», en el que participó como autora colaboradora aportando uno de los capítulos. Recientemente, ha sido galardonada quedando en séptima posición de los Premios Educa Abanca Mejor Docente de España 2023 en Educación Infantil. Lidia disfruta compartiendo su amor por el arte y la emotividad con sus alumnos y sus familias.

¿Cuándo decidiste dedicarte a la docencia y por qué?

Desde niña, siempre he tenido una especial adoración por la enseñanza. Tras estudiar mi primera carrera universitaria, Traducción e Interpretación, me di cuenta de que lo que realmente me hacía feliz era ser docente. Y, más especialmente, docente de Educación Infantil. Siempre me ha encantado la visión optimista y creativa de la infancia y poder crecer como maestra de la mano de niñas y niños era mi gran deseo. De modo que, el mismo año que terminé la licenciatura de Traducción, decidí comenzar el grado en Educación Infantil Bilingüe. Mientras estudiaba este grado universitario, me dediqué a la enseñanza en idiomas a adultos, y así estuve 3 años, pero desde que terminé la carrera, he trabajado como tutora y especialista en idioma inglés en la etapa de Educación Infantil, dedicándome plenamente a la enseñanza en idiomas y a mi vocación como tutora de alumnos de entre 3 y 6 años.

¿En qué nivel educativo estás? Infantil, primaria, secundaria… ¿y qué materias impartes?

Soy maestra de Educación Infantil e imparto clases en inglés durante toda la jornada a alumnos de edades comprendidas entre los 3 y los 6 años. Así mismo ejerzo mi labor como tutora a un grupo de alumnos cada año, una experiencia única y que me hace aprender cada día y mejorar mi desempeño como profesional de la Educación.

¿Qué recuerdas de tus primeros tiempos como docente?

Recuerdo principalmente la enorme preparación y diseño de material nuevo que llevar a clase, detalles para los alumnos y recursos novedosos y sorprendentes para ilustrar los proyectos educativos. Conformar ese corpus de materiales ha sido un trabajo de gran dedicación pero muy importante, pues me ha servido para afrontar el resto de cursos que me han sido asignados. Recuerdo pasarme horas y horas por la noche elaborando estos materiales y dedicando muchísimo tiempo en la búsqueda de nuevos contenidos que poder ofrecer a mis alumnos. Esa ilusión nunca se pierde y siempre surgen ideas nuevas, pero poder contar con un número de recursos disponible es fundamental para enriquecer las sesiones y explicaciones. Toda esta labor de búsqueda nace de la voluntad de crecimiento profesional desde la perspectiva de que todo es mejorable y ampliable y desde el foco personal de la autocrítica cuando es necesaria para evolucionar, y eso es algo que se va desarrollando con más intensidad con la experiencia y que va creciendo en el camino como docentes.

¿Has tenido algún momento “tierra trágame” en la escuela?

Recuerdo alguna pregunta que parecía incontestable y a la que muchas veces yo no encontraba respuesta inmediata. En esos momentos, hay que ser prudente y pensar que lo que digamos tendrá enorme trascendencia para ese alumno y el resto de alumnos que miran con los ojos muy abiertos esperando una respuesta. Mi gran aprendizaje vital de estas situaciones es tratar de responderme a la pregunta: “¿qué te gustaría haber aprendido a ti en esa misma situación?” Muchas veces me ha servido mucho posponer la respuesta con el fin de no aventurarme y meditar muy bien lo que voy a decir alegando que se trata de una pregunta tan importante que voy a escribir una carta y meterla en un “sobre mágico” con la respuesta. De este modo se crea expectación pero se deja la respuesta en el aire y el docente tiene tiempo de buscar la respuesta que mejor crea se adapte a lo que el alumno necesita responder o aclarar y, si lo considera, podrá compartirlo con todo el alumnado posteriormente con la apertura del sobre y fomentar así también la imaginación y la paciencia.

Otras veces me ha servido mucho reconocer que no sabía la respuesta, pues no siempre tenemos respuesta a todo ni somos poseedores de verdades absolutas, pero que trataría de darles una respuesta cuando la meditara o estudiara en el tiempo adecuado. Reconocer que no se está en posesión de la verdad absoluta es también un acto de honestidad y una oportunidad de reflejar que siempre podremos aprender algo nuevo, por muy adultos que seamos, pues la capacidad de una persona de aprender cosas nuevas no acaba nunca.

¿Qué técnica infalible aplicas en el aula para mantener el orden y captar la atención de tus alumnos? 

Canto mucho en mis clases; me encanta cantar y llamar la atención del alumnado a través de pequeñas canciones que ellos deben repetir o continuar. Cuando hay mucho ruido en clase, suelo llamar la atención del alumnado iniciando una canción que ellos saben cómo continuar. Los alumnos al escuchar el inicio de la canción saben que quiero decirles algo importante y que, para que haya silencio, deben terminar de cantarla en grupo. También me gusta hacer sonar instrumentos musicales como forma de centrar su atención o alzar la mano emulando la señal del silencio en trabajo cooperativo, gesto que ellos deberán repetir una vez lo identifiquen en mí. Niños y niñas desde muy pequeños se acostumbran a las rutinas de clase y esta es una rutina más que debe entrenarse y repetirse para ser adquirida.

Tema tabletas y móviles… ¿Qué diferencias encuentras entre los niños de antes y los de hoy?

No soy partidaria del uso en el hogar de móviles y tablets por parte de los alumnos de Educación Infantil y mucho menos cuando este uso solitario de la tecnología se realiza a diario y se extiende en el tiempo. Sin embargo, en clase, un uso controlado y responsable de la pantalla digital  y en momentos concretos de la explicación o como suma a los contenidos curriculares (juegos a resolver entre todos, canciones, ejercicios de repaso, vídeos explicativos) me parece un recurso muy adecuado para el aprendizaje, pues pone al alcance de los maestros y del alumnado una serie de recursos útiles y formativos además de conceder al docente una fuente ingente de material educativo que aumentará los conocimientos de los alumnos y su voluntad de aprender (con la condición imprescindible de que estos recursos hayan sido revisados con anterioridad por el docente).

Todos estamos inmersos ya en una era digital transformadora para siempre, de modo que es el momento de encontrar la forma de adaptar en Educación nuestra praxis docente a la disponibilidad de soportes digitales. Por otra parte, no obstante, no concibo la Educación Infantil en el colegio a través de tablets y dispositivos electrónicos personales o individuales; a tenor de lo que apuntan las más recientes investigaciones al respecto, estos dispositivos, cuando se emplean en edades tempranas en la escuela (y en casa), no solo no son beneficiosos para el aprendizaje por sus altas contraindicaciones en materia de atención, movilidad y desarrollo de aptitudes sociales, sino que empeoran el desempeño de los alumnos y retrasan su adquisición del lenguaje además de tener consecuencias negativas directas en el desarrollo de la visión, la atención, la gestión de emociones y la memoria. Por ese motivo, doy vital importancia a lo que los alumnos crean en clase, el arte infantil, el disfrute en la Naturaleza, el amor por el trabajo personal y el fomento de la lectura y la creatividad, actividades que disfrutan enormemente sin necesidad de emplear la tecnología y que nos devuelven a aspectos más tradicionales de la enseñanza (siendo muy conscientes del momento en el que nos encontramos y de que hay muchos aspectos docentes que han mejorado en los últimos años y han cambiado en pro de los alumnos, sobre todo en materia de educación emocional).

¿Qué es lo más bonito que te ha dicho un/a alumno/a? ¿Y lo más divertido?

Lo más bonito que me han dicho como profe es “te quiero”. Para mí, que un alumno se sienta en la confianza y seguridad de dedicarme esa frase, lo es todo… También me encanta que me hayan dicho que soy “un corazón de amor” o “una nube de amor arcoíris”, y como punto divertido citaré a un alumno que me preguntó: “Miss Lidia, ¿tú vives aquí en el cole, no?” El hecho de que los alumnos relacionen a los docentes con el sentimiento más bonito que existe en el mundo, que es el amor y la dedicación a los demás, me hace sentir muy feliz de haber elegido esta profesión y reafirma mi vocación como educadora. Una vocación que tanto me llena y que me ha permitido conocer a personitas tan increíbles y maravillosas.

¿Qué se te pasa por la cabeza cuando te dicen que tienes muchas vacaciones?

Respeto todas las opiniones al respecto y comprendo la disparidad de visiones. Pero el trabajo de un maestro no se reduce al aula. Muchos docentes empleamos horas en el día fuera del horario laboral para atender a las familias, preparar material, desarrollar nuevos proyectos educativos o ampliar contenidos, crear materiales propios o realizar cualquier planificación relativa al curso escolar si es necesario. Planificamos en verano el próximo curso adelantando materiales y recursos y en Navidades desarrollamos y preparamos lo que vendrá en el segundo trimestre. Todo el mundo debería tener el tiempo suficiente de poder disfrutar con la familia y los amigos disponiendo de cuantos más días de vacaciones mejor. Pero esa regulación del tiempo de descanso es algo que no depende de los docentes y nuestro trabajo es un trabajo de gran trascendencia para la vida de una persona y una labor que requiere de involucrarnos absoluta y diariamente, aún en momentos de descanso.

Háblanos de cómo ves el panorama del sector educativo ¿Cuáles son los mayores desafíos a los que tenéis que hacer frente los docentes?

Para mí, el mayor reto es la diversidad familiar con la que nos encontramos en el aula y cómo afrontar las diferentes situaciones emocionales que vivencian alumnos y familias para que puedan sobrellevar la situación personal en la que se ven inmersos y encontremos vías de resolución de conflictos. Atender las necesidades emocionales de familias y alumnos y afrontar sus dudas me parece vital y una tarea que requiere de una gran responsabilidad y deseo y búsqueda de soluciones y apoyos por parte del docente. La casuística personal del núcleo familiar tiene un efecto directo en el bienestar emocional de los hijos y es ahí donde tenemos, como tutores y docentes, que poner nuestro mayor énfasis, esfuerzo y responsabilidad para que entre todos logremos la armonía que familias y niños y niñas necesitan para ser felices y crecer en el mejor entorno emocional posible. Afortunadamente, considero que nos encontramos en uno de los momentos de más conciencia educativa a nivel docente pues sabemos de la importancia de validar las emociones del alumnado y del gran reto educativo que tenemos por delante y eso es algo que debemos compartir con las familias y debemos practicar con nuestra labor docente cada día además de seguir desarrollando para que todas las generaciones que acompañemos se nutran de esta voluntad de ayuda y de cooperación.

En relación a esto último…¡pide un deseo! Quién sabe….

Mi gran deseo sería poder estar en aula hasta mis últimos días de trabajo en la vida y seguir aprendiendo de mí misma y de cada experiencia para poder crecer como persona y como maestra.

Por último ¿Qué te gustaría que te hubiésemos preguntado y no lo hemos hecho?

Por ejemplo, me habría encantado contar una experiencia en clase que fue emocionante, como cuando pude traer mis propios cuentos al colegio y realizar cuentacuentos a mis alumnos o dedicárselos. Uno de mis cuentos publicados, de hecho, forma parte de los libros que se han incluido dentro del Plan Lector del colegio en la etapa de Educación Primaria, hecho que nunca voy a olvidar y que, como docente y escritora, considero un gran hito vital.

Gracias por compartir tus experiencias y reflexiones con nosotros. Lidia, hoy contigo, ¡hemos aprendido mucho! 

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