Docentes excelentes: Hoy aprendemos con Toni García Arias

«La realidad es que los maestros trabajamos mentalmente las 24 horas»

Hoy en nuestro Blog entrevistamos a quien ha sido galardonado con el prestigioso Global Teacher Award 2021 que concede la fundación AKS education. Esta fundación con sede en Reino Unido, tiene como objetivo destacar la labor de los educadores de 110 países que sobresalen por diferentes motivos, como la eficacia de sus enseñanzas o por su compromiso con la comunidad.

Por si fuera poco, también fue elegido como Mejor Docente de Primaria de España 2018 y es que estamos hablando de un auténtico todoterreno, que además lleva escritos 16 libros, escribe posts en su blog y realiza ponencias sobre educación… ¡Wow!

¿Cuándo decidiste dedicarte a la docencia y por qué?

Cuando tenía 18 años, me gustaban muchísimas profesiones: policía, bombero, piloto comercial, publicista…. Comencé estudiando Económicas porque me encantaba el mundo de la inversión en bolsa, pero lo que me enseñaban en la carrera no terminaba de gustarme. Como ya desde adolescente siempre me llevaba muy bien con los niños, mucha gente me decía que tenía que estudiar Magisterio, así que me animé a hacerlo. En cuanto me senté en el aula y descubrí la importancia que la educación tiene para el individuo y para la sociedad, la enseñanza se convirtió no solo en mi vocación sino también en mi pasión.

¿En qué nivel educativo estás? Infantil, primaria, secundaria… y qué materias impartes 

Yo soy maestro de Primaria y mi especialidad es por Primaria, por lo que doy las áreas propias de un tutor: Lengua, Matemáticas, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y Artística.

¿Qué recuerdas de tus primeros tiempos como docente?

La primera palabra que me viene a la mente cuando pienso en mis inicios es “ilusión”. Estaba tan ilusionado con poder enseñar y ser maestro que iba sonriendo a clase todos los días.  Es verdad que la burocracia, la falta de apoyo social y algunos conflictos con padres y compañeros propios de la profesión hacen que esa ilusión, a veces, vaya bajando de nivel, pero todo ello se compensa con la pasión que sentimos por nuestra labor, así que, por fortuna, sigo yendo a clase con una sonrisa. Y eso, en una profesión como la nuestra, es fundamental.

¿Has tenido algún momento “tierra trágame” en la escuela?

Creo que todo educador lo ha tenido, tiene o tendrá. Lo importante es solventarlo de la mejor forma posible. Nunca he actuado desde la imposición o la firme convicción de creerme en la verdad absoluta por el mero hecho de ser yo el docente. A veces, los alumnos están pasando un mal momento y nosotros no nos damos cuenta de ello.

Considero que debemos actuar desde la empatía (conectarnos emocionalmente con los demás). Sin duda alguna, es un valor que con bastante frecuencia es desechado o no puesto en práctica, pudiendo solucionar en numerosos casos problemas graves de convivencia y también permitiendo una mejora en el terreno o aspecto académico.

¿Qué técnica infalible aplicas en el aula para mantener el orden y captar la atención de tus alumnos?

Yo no soy partidario de poner muchas normas. Creo que es más eficaz poner pocas normas, pero eso sí; de obligado cumplimiento. Los niños saben perfectamente lo que está bien y lo que está mal. Yo prefiero que los niños asuman las normas como beneficiosas para ellos y para la convivencia dentro del grupo. Prefiero que sepan cuándo es un buen momento para ir al baño y que vayan informándome a que me pidan permiso en un momento inapropiado, como en mitad de una explicación.

Os contaré una anécdota. Hace ya unos veinte años, el despertador no me sonó, así que cuando me desperté eran las nueve y cuarto. Me levanté a toda velocidad y me fui al colegio sin desayunar. Era tutor de un 5º de Primaria. Cuando llegué, pasé por delante de la puerta del director. Me preguntó que por qué iba corriendo, y le dije que no me había sonado el despertador. Entonces, con la cara desencajada, me pregunto “¿Y con quién están tus alumnos? No te hemos puesto ninguna sustitución”. Entonces, los dos subimos corriendo las escaleras y al llegar al pasillo había un silencio absoluto. Al llegar a la puerta de mi clase, miramos por el ventanuco y vimos al delegado y la delegada en la mesa del profesor llamando a los compañeros para corregir los deberes en la pizarra.

Ese fue uno de mis días más felices en mi profesión, porque comprobé que había logrado que mis alumnos fueran autónomos y responsables, que supieran gestionar las dificultades y los imprevistos, y que fuesen capaces de cumplir las normas en mi ausencia.

Tema tablets y móviles… ¿Qué diferencias encuentras entre los niños de antes y los de hoy?

Evidentemente la tecnología lo ha cambiado todo. No solo ha cambiado el modo en que aprendemos, nos informamos o nos comunicamos, sino que además la estructura física cerebral también ha cambiado. Es evidente que la tecnología favorece el aprendizaje por muchas razones, pero también es cierto que tiene una serie de desventajas.

Por lo general, utilizamos la tecnología en el aprendizaje de manera lúdica, convirtiendo a los niños en consumidores, cuando en realidad la tecnología tiene un enorme potencial para que los niños se conviertan en creadores. Además, al utilizar las tecnologías como juego en exceso, los alumnos se acostumbran a recibir una recompensa a cada minuto, generando serotonina, lo que hace que necesiten constantemente una recompensa y cambiar de juego. Es muy difícil que mantengan la concentración sin cambiar de tarea. Y eso es perjudicial para el aprendizaje.

¿Qué es lo más bonito que te ha dicho un alumno? ¿Y lo más divertido?

Hace un par de días, una exalumna que está en Francia me escribía para decirme que estaba cumpliendo su sueño, y que si no fuese por mí, no lo hubiera conseguido. Por suerte, tengo la enorme fortuna de que muchos de mis exalumnos, cuando me encuentran por la calle o me visitan en el colegio, me dicen cosas bonitas, como que estudiaron una determinada carrera porque yo les enseñé a pintar o, algún que otro alumno en riesgo de exclusión, que gracias a que fui tan pesado con ellos para que estudiasen cambiaron su vida. Y ese es el mejor premio que uno puede tener.

Una de las cosas más divertidas me sucedió hace precisamente un año. Estaban dos niños de 1º de Primaria hablando sobre mí sin saber que yo iba andando detrás de ellos. Uno le iba diciendo al otro que yo era el director del colegio, mientras que el otro le decía que yo no era el director. El otro le insistió entonces en que yo sí era el director, hasta que su compañero se paró y le dijo “Toni no puede ser el director, porque Toni es muy simpático”. Aquella conversación me resultó muy graciosa.

¿Qué se te pasa por la cabeza cuando te dicen que tienes muchas vacaciones?

La profesión de maestro es una profesión que no tiene horario. No hay una comida donde haya un par de maestros en la que no se termine hablando de educación. La realidad es que los maestros trabajamos mentalmente las 24 horas.

Estás viendo a Iker Jiménez en Cuarto Milenio un domingo a las nueve de la noche y, de repente, te llega un WhatsApp con una actividad genial y ya estás abriéndolo para ver cómo aplicarlo a tu aula. Eso no pasa en casi ninguna otra profesión. Así que, mentalmente, los maestros no tenemos vacaciones.

Pero, físicamente, tampoco tenemos tantas vacaciones como se piensa. En realidad, solo tenemos las vacaciones de agosto. Durante el mes de julio, todos los equipos directivos están trabajando y muchos maestros están realizando sus programaciones didácticas para el curso siguiente y haciendo limpieza del curso anterior. Si coinciden oposiciones, miles y miles de maestros están durante todo el mes de julio preparando exámenes donde se juegan su puesto de trabajo a 40º de temperatura, y otros miles de maestros están corrigiendo esas oposiciones. ¿Qué hay maestros que en julio ya están de vacaciones? Seguro, pero la gran mayoría, no.

Háblanos de cómo ves el panorama del sector educativo ¿Cuáles son los mayores desafíos a los que tenéis que hacer frente los docentes?

Uno de los grandes desafíos es la atención personalizada, tan necesaria para la mejora de la calidad educativa. Es imposible que con las ratios que tenemos podamos atender a esa individualidad, no tanto por el número, que está en la media de la OCDE, sino por la enorme diversidad que hay en un aula. En aulas con 25 alumnos, 5 con desconocimiento del idioma, 2 alumnos de necesidades especiales y 4 niveles curriculares diferentes, es imposible dar una buena calidad a todos.

Otro de los grandes problemas es el currículo. Un currículo que tiene su origen en el año 1970 y que apenas se ha renovado en cuanto a los contenidos. Para aquel año, fue una auténtica renovación, pero hoy tenemos que establecer desde ya un currículo para el año 2050, no para el 2000. Además, la distribución de contenidos es, en muchos casos, totalmente incoherente con el momento evolutivo del niño.

Existen asimismo otros tantos problemas, como la falta de implicación de muchos padres, la mala formación del profesorado tanto en la carrera como durante la profesión y, también, la falta de recursos. Los alumnos no pueden desarrollar sus potencialidades ni podemos descubrir grandes químicos, músicos o matemáticos si nos faltan pianos, baterías, microscopios, pipetas,…

Con relación a esto último… ¡Pide un deseo! Quién sabe…

Yo pediría dos cosas; primero, que para hacer una reforma curricular se llame de una vez por todas a maestros y profesores, no a políticos o profesores de universidad alejados de la realidad educativa, y, junto a esto, pediría que, una vez hecha la reforma, se encierre a los responsables políticos en una habitación sin ventanas y no se les deje salir hasta que alcancen un acuerdo de estado duradero.

Por último ¿Qué te gustaría que te hubiésemos preguntado y no lo hemos hecho?

Pues la verdad es que ha sido una entrevista muy completa, con preguntas muy interesantes, así que muchas gracias por haberme dado este espacio.

Gracias a ti por compartir tus experiencias y reflexiones con nosotros. Toni, hoy contigo, ¡hemos aprendido mucho!